“¿Qué pasa? ¿Estás con la regla?” “Bueno, bueno, ¿Cómo te has levantado hoy? ¿Estás en uno de esos días?” “Conmigo no pagues tú sangrado” ¡Cómo odiamos esos típicos comentarios que nos intentan desacreditar por sangrar cada mes! Ya es hora de decir: “Sí, la regla me afecta ¿y qué?”. O mejor aún, y para ser más explícitas, poder decir: “No, estoy premenstrual, me quedan 3 días de aterrorizarte con mi yo sin filtros”.

¿Cuánto de verdad y cuánto de mito machista hay en la ”inestabilidad” emocional de “estos días”?

Para empezar, la mayoría de las veces que se atribuye nuestro mal humor a la regla, en realidad estamos transitando la premenstruación, que son los días en los que el cuerpo se empieza a preparar para expulsar el endometrio durante la menstruación.

En la premenstruación, al detectar que no hay embarazo, la progesterona y los estrógenos caen en picado, hasta llegar al mínimo durante las horas previas al sangrado menstrual y van subiendo poco a poco en los primeros días de la menstruación.

Los estrógenos son las hormonas que nos hacen estar bien a nivel físico y mental, nos protegen del riesgo de infarto, nos proveen de fuerza y velocidad, protegen los huesos, disminuyen el daño muscular, nos hacen estar de buen humor, estables, sociales, etc.

Además, también disminuye la serotonina, un importante químico y neurotransmisor del cuerpo humano que ayuda a regular el estado de ánimo, el apetito, la digestión, el sueño, la memoria o el deseo sexual.

Estos cambios en los niveles hacen que nuestras emociones cambien más rápidamente y que las sintamos de forma más cruda. Por eso nos podemos echar a llorar mientras comemos un brownie de chocolate, saltaremos contra el graciosillo de turno de la oficina o bien nos enfadaremos con nuestra pareja. No nos da tiempo a lidiar con las emociones tan rápido.

No significa que estas emociones no debamos sentirlas, ojo, sino que lo raro es que nos reprimamos tanto en otras ocasiones. Así que no, no estamos locas, sino más libres de “filtros” que en otras fases y por eso toleramos menos y nos dejamos llevar más por lo que realmente sentimos. Somos nosotras mismas.

El problema es que vivimos en una sociedad en la que parece que no podemos expresar nuestras emociones, y menos si eres mujer, porque algunas se consideran negativas o inconvenientes y esto es un machaque para nuestro sistema nervioso y endocrino. Si nos reprimimos la rabia y la justa ira ante las tonterías del compañero de trabajo, la vecina de turno o el colega bocazas, normal que acabemos explotando. No siempre podemos sonreír (ni él tampoco, por cierto) y sobre todo, no tenemos que hacerlo.

A partir de hoy, cuando nos pregunten si estamos con la regla, podemos vengarnos con una gran sonrisa y decir: “¡Sí! ¿y qué? Al menos lo mío es hormonal y tiene una explicación científica”. O marcarnos un “womansplanning” y contar cómo funcionan nuestras hormonas.

Fuentes:

Escrito el 3 de Junio de 2020


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